martes, 19 de junio de 2012

Objetos, pero no tanto.




Dentro de la caja, envueltos en unos sedosos papeles, estaban ellos. Placidos, coquetos, vírgenes, Inseparables. Los recorría ahora un aire de incertidumbre. Pronto la caja se abriría y sus vidas comenzarían. Ambos, más allá de su arrogante apariencia, sabían que cada uno valía porque el otro existía a su lado. Por más brillante y hermoso, si uno de ellos fuera (por esas cosas de los pies) separado de su par, quedaría reducido a una vana o azarosa existencia. La cruel verdad es que no existe zapato sin par-de-zapato. El SER-zapato está atado a su par, y el par atado al que los lleva puestos.
Triste fue la suerte que corrió aquel par de un joven que frecuentaba recitales de rock. Encontrándose en medio de la agitación de la muchedumbre, dejo que uno de sus zapatos se descalzara y fuera empujado y aplastado por cientos de otros zapatos que nada podían hacer para ayudarlo a volver junto a su par.
Solo una pequeña cantidad de zapatos extraviados han logrado encauzarse sosteniendo plantas o alojando pequeños animales en su interior.
Por el contrario, a los zapatos no les preocupa el desgaste ni el excesivo uso, ya que eso forma parte de sus vidas.

Por lo tanto, resulta razonable a cualquiera, que aquello que se necesita son dos zapatos y por ende sería ridículo ofrecer un solo zapato, por más perfecto que este fuere. Su imperfección no estaría en si mismo, sino en la ausencia de su par. Y de este mismo modo, por más que uno de los zapatos sea el roto, por más que solo uno sea el averiado, lo son los dos.

En consecuencia, resulta evidente que no hay nada (por lo menos en lo que respecta a 10 centímetros por arriba del nivel del piso) pero nada, más triste que un zapato solitario, anónimo y perdido, desechado en medio de una calle. Nada. Ni más evidente que no exista nada (por lo menos en lo que respecta a unos metros por arriba de nuestras cabezas) pero nada, más bello y esperanzador que aquellos pares de zapatos atados por los cordones, que penden juntos colgados de algún cable de luz.




martes, 20 de marzo de 2012

Visiones

Con el lente en mi ojo
te vi por el telescopio.
Brillabas demasiado para ser una estrella.
Merecías ser un sol,
pero preferiste cegarme con tu pequeñez aturdidora.

martes, 13 de marzo de 2012

Acotaciones


Esa forma extraña
De amarrarse a las entrañas
de todas las palabras.
Quiza si se prolonga,
me vuelva loca.
Debería aprender
A pensar, a perder
A elegir, a hacer.

Las palabras de los dedos


Tengo dedos que se mueven entre las letras que van formando palabras que están antes en mi cabeza y que por cortesía dejan pasar a algunas que nacen recién en los dedos. Los dedos también quieren participar, pero sus palabras dicen algunas cosas raras, algunas sin sentido. Hablan de otras cosas que las palabras que nacieron antes. Las palabras que nacieron en mi cabeza compartieron muchas cosas conmigo. Vieron cosas que yo vi y otras que no quería ver... y esperaron para salir de ese torbellino confuso de imágenes borrosas para llegar hoy a un dibujo con forma, que las representara. Lucharon para eso, se perfeccionaron. Atravesaron la pared más invisible del mundo. Las palabras que nacieron en los dedos solo saben imitarlas, intentan insulsamente colarse entre ellas y disimular. Hay que saber distinguirlas. Generalmente los ojos no nos avisan. Generalmente los ojos son amigos de los dedos y ayudan a sus palabras a ocultarse. Hay que aprender a reconocerlas.